miércoles, 22 de septiembre de 2010

HITO Nº 2: LA MUJER EN EL VIRREINATO


En la época colonial, encontramos mujeres de diversas razas que eran de humilde condición social, tanto libres como esclavas, trabajando en el comercio ambulatorio, el doméstico, el curanderismo, las labores agrícolas, las pulperías, etc.[1]
Con la invación española se estableció el feudalismo como forma económico-social en el Perú, dando lugar a la división de la sociedad en clases sociales. La mujer india fue la principal víctima de la subordinación, opresión, discriminación y degradación sexual. Varios autores señalan que además de ser explotada en su hogar (trabajo doméstico) bajo el dominio de su marido o, como criada de los patrones españoles era utilizada como objeto sexual para los desmanes de padres e hijos españoles. La india era explotada y subvalorada dentro y fuera del hogar. El feudalismo estableció un tipo de sociedad muy jerarquizada, en la cual, a la diferenciación racial, se sumaron la social y la de género que tuvo consecuencias graves en la mujer.[2]
En el caso de la mujer, a través de esta doctrina la obligaban a permanecer en el hogar con la exclusiva tarea de servir al marido, a los hijos y/o a los patrones españoles, reconociéndoles así  las exclusivas obligaciones de ama de casa, esposa, objeto sexual y madre de familia. De acuerdo con estas concepciones, la mujer en la colonia, debería olvidarse de ella misma, para bienestar no sólo del hombre, si no de la sociedad. La mujer india y mestiza no tenían derecho a educarse, sólo podian vender o donar su fuerza de trabajo para lograr asegurar su sobrevivencia y la de su familia.[3]
Alguna mujeres del sector popular de la época colonial eran curanderas utilizaban la magia, la brujería como una forma de controlar diversos aspectos a su alrededor. Esta magia era utilizada por mujeres  para así obtener el amor de los hombres deseados, Juana de Mayo era una india especialista de los trabajitos de baños medicinales que brindaban a su clientela conseguir que las quisieran los hombres que ellas desearían. Así también esta curandera sanaba diferentes enfermedades con diversas hierbas, la utilización de la hoja de COCA como medio para predecir el futuro el cual era uno de sus más importantes poderes.

Existieron 4 Tipos de Mujeres:
  1. LA MUJER DE ELITE.- Tuvo como misión la conservación de las tradiciones castellanas, el fomento de la religiosidad en el hogar y la consolidación del modelo de vida familiar. 2
  2. LA MUJER MESTIZA.- Tuvieron que dedicarse a labores productivas o de servicio fuera de la casa: comercio, trabajo doméstico (sirvientas, blanqueadoras, costureras) y productivo (hilanderas, fabricantes de velas, y cigarreras), etc. 2
  3. LA MUJER INDÍGENA.- Su rol variaba según su puesto dentro de la sociedad: fue distinto ser una india de elite que una india normal, sin distinción dentro de la casta. Después de la llegada de los españoles, fueron ellas las encargadas de transmitir los rasgos tradicionales de la cultura indígena (en las tareas domésticas, el comercio, el vestido, etc. 2
  4. LA MUJER ESCLAVA.- Prestaban servicio doméstico y realizaban trabajos rudos en las haciendas. Eran traídas y vendidas al mejor postor.
¿Una educacion para las mujeres?--------------------
Desde el inicio del período colonial, Lima se convirtió en una ciudad de personas que llegaban de España, de otros lugares del virreinato, y en menor medida de la zona andina. En consecuencia, en el siglo XVII era una ciudad multiétnica, cuyos habitantes vivían en espacios comunes, y diferenciados: el damero para los españoles, el Cercado para los indios, y San Lázaro para los negros. En esta sociedad fuertemente jerarquizada, la legis­lación establecía otra diferencia: las mujeres de los hombres.
Estamos frente a una ciudad cuya población femenina el 50% de estas mujeres estaba en calidad de sirvientas y esclavas al servicio de las tareas domésticas. Mientras que las mujeres de la elite po­dían ocuparse de negocios pequeños como tiendas, e incluso en la administración de propiedades, las mujeres indígenas traba­jaron fundamentalmente en el campo y las esclavas en el ámbito doméstico.
Sin embargo, y aunque las mujeres no llegaron a modificar ni la economía ni la cultura colonial, "la impronta femenina fue decisiva y contribuyó a determinar relaciones de poder en el in­terior de las familias y entre los diferentes grupos socioeconómicos que convivían en las ciudades". Los lazos de solidaridad que se fueron creando entre las mujeres, su rol en la conservación de tradiciones y costumbres, sobre todo en el caso de las mujeres indígenas, y su capacidad para impulsar cambios, la sindican claramente en el periodo colonial como sujetos de cambio, es decir, sujetos históricos.

Pero si quisiéramos hacer un estudio a partir de la percepción que tenían las mujeres de sí mismas durante este período, sería imposible: la imagen de la mujer en la colonia fue una creación de los hombres. Intelectuales, educadores y directores espiri­tuales, le señalaron qué era lo propio de su mundo y cuáles eran los códigos del comportamiento "femenino". Durante estos años, teólogos y educadores fueron instituyendo un modelo de conducta y personalidad para las mujeres de la elite, donde pureza, honor, sumisión y obediencia al hombre las apoyaba y redimía. Honor como principio del modelo cultural hispano, que a lo largo de la colonia fue cambiando, adquiriendo plasticidad con las costum­bres y hábitos peninsulares trasladados al ámbito indiano.
La educatión de la colonia estuvo orientada a la instauración de universidades y colegios destinados básica­mente a los hombres de la elite. Para las mujeres sólo hubo al inicio dos opciones si querían estudiar o buscar protección: las casas de recogimiento y los conventos.

La familia colonial
En la colonia, la educación destinada a la mujer formaba parte del engranaje de una sociedad que la concebía como un ser inferior y subordinado al hombre. Los límites impuestos provenían también de códigos como las Siete Partidas, las Leyes de Toro, el Ordena­miento de Alcalá y las Ordenanzas de Castilla. En éstos se seña­laba que las mujeres estaban bajo la patria potestad (sujetas a la voluntad de su padre) hasta que llegaban a la edad de veinticinco años, que era cuando lograban tener independencia personal si permanecían solteras. Mientras estaban bajo la patria potestad, se les reconocía algunos derechos, como el de hacer su testamento sin interferencia paterna. Para contraer matrimonio requerían del consentimiento paterno antes de los 25 años, y una vez casadas, quedaban bajo la protección legal de su marido. Necesitaban su consentimiento y su permiso para efectuar cualquier operación legal.
Las mujeres vivían sometidas a un ordenamiento jurídico corporativo en lo que respecta a matrimonio y familia; mientras que la Iglesia ejercía otras funciones desde una perspectiva mo­ral y espiritual, que reforzaba el control de su conducta y com­portamiento cotidiano y social. Eran en sus roles históricos acto­res y objetos; y sus vidas personales y sociales oscilaban entre un extremo y otro. Es, precisamente en las variaciones y com­plejidad de este movimiento pendular que habrá que estudiarla como sujeto histórico, en el marco de una verdadera historia social que tome en consideración el papel que desempeñaron.
En esa perspectiva, cobra mayor importancia el estudio de la familia, los conflictos matrimoniales y los divorcios. Desde la primera generación, los españoles optaron por vivir amancebados con mujeres de diversa procedencia étnica y social, tanto con las mujeres de la nobleza nativa, como con sus criadas indígenas y esclavas de ascendencia africana. En este contexto, el concu­binato generalizado durante la colonia significó una forma de opresión socio-económica, racial y de género, puesto que en el amancebamiento, la regla general era que el hombre pertenecía siempre a una casta o a una capa social más elevada que de la mujer. El carácter del concubinato de los nobles españoles con mestizas, expresó el vasallaje masculino. La mujer no sólo fue utilizada sexualmente de manera clandestina y expuesta a una severa censura, sino que a los hijos que nacían de estas uniones se les consideraba "ilegítimos", y no podían ingresar a determinados colegios, ni ocupar cargos importantes, ni casarse con quien quisieran.
[1] VILLAVICENCIO, M. Breve historia de las vertientes del movimiento de mujeres en el Perú. Lima: Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, 1990. 45p.
[2] SILVA, E. Situación laboral, legal y política de la mujer peruana. /Presentado al VII Congreso Nacional de Enfermería, Lima, 1984/ mimeografiado.
[3] BUSTAMANTE, T. Interrelación de la situación de la enfermera peruana con la problemática de la mujer “Aspecto familiar”. /Presentado al VII Congreso Nacional de Enfermería, Lima, 1984/mimeografiado/
                         

 Un video de la "EPOCA COLONIAL"


           Aquí, un video sobre los hombres y hujeres en la Epoca Colonial


 ALGUNAS FOTOS DE LA EPOCA

BIBLIOGRAFIAS:

LIBROS:

  • VILLAVICENCIO, M. Breve historia de las vertientes del movimiento de mujeres en el Perú. Lima: Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, 1990. 45p.
  • SILVA, E. Situación laboral, legal y política de la mujer peruana. /Presentado al VII Congreso Nacional de Enfermería, Lima, 1984/ mimeografiado.
  • BUSTAMANTE, T. Interrelación de la situación de la enfermera peruana con la problemática de la mujer “Aspecto familiar”. /Presentado al VII Congreso Nacional de Enfermería, Lima, 1984/mimeografiado/.


PAGINAS WEB:
Chirapaq, Centro de Culturas Indígenas del Perú .Centro de Documentación Serie: Biblioteca (http://www.chirapaq.org.pe/es/files/qellqay/2007-007.pdf).

domingo, 5 de septiembre de 2010

HITO Nº 5: MUJER EN LA ACTUALIDAD

En nuestra actualidad la mujer ha podido desarrollarse tanto en el plano político como establecer cambios en las definiciones tradicionales de femineidad, y esto gracias a las propuestas alternativas. Según Norma Fuller en su libro “Dilemas de la femineidad” La mujer ha podido desarrollarse a pesar de tener un sistema patriarcal tradicional, la diferencia de sexos y la validez que tienen estos roles tradicionales como influencia a su desarrollo.1 El cambio de que se inicia desde el concepto tradicional que centra la identidad femenina en la esfera domestica, hasta la ubicación de la mujer en los conceptos emergentes en su manera de concebir el mundo y en su identidad de género. De igual manera establece el concepto de mujer partiendo del análisis de ítems como la familia, el honor, educación, trabajo, moral sexual, matrimonio, sujeto fragmentado, etc.. Para concluir que en el “modelo tradicional la mujer sabía quién era y a donde iba, Hoy al abrirse nuevas perspectivas, se enfrenta a la incertidumbre de por qué la percepción de sí mismas en cuanto iguales al hombre, que corresponde a la propuesta democrática, los mayores niveles de educación, la exigencia de contribuir con el sustento familiar que supone ingresar al mercado de trabajo, la regulación de la sexualidad en la concepción del ser humano, la subjetivización e individualización como características centrales del sujeto moderno, han llevado a una profunda revisión de identidad de género en las mujeres.2 La imagen de la amante sacrificada, la novia pura, la esposa fiel con sus opuestos, la liberada sensual y peligrosa y la prostituta como compendio de pecado compiten con la rebelde, la liberada, la mujer moderna, la profesional de carrera y la líder política en un terreno aún impreciso, caracterizado más por la variedad y confluencia de estilos que por la coherencia de los mensajes. Así mismo se validan en paradigmas (ciencia, tradición, religión) y saberes.3
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1 Fuller, Norma (1993) "Dilemas de la femineidad" Fondo editorial de la pontificia Universidad Católica del Perú. Lima-Peru.
2 Ceulemans, M. y Fauconnier, G. "Imagen, papel y condición de la mujer en los medios de comunicación social" (París: UNESCO 1980). 
3 Juana Gallego Ayala, "Mujeres de Papel : de Hola! a Vogue: la prensa femenina en la actualidad", Primera edicion: junio1990.  Impreso u encuadernaacion: Tesys, S.A. Manso,17-19 -08015 Barcelona.
FEMINISMO PERUANO[iv]. Nora Galer – Pilar Núñez. Mujer y comedores populares. Lima: Sepade, 1989,p.7
[v]. Hector Béjar. Politica social, justicia social.Lima: CEDEP, 2001, p. 139.
[vi]. Lopez Montaño, ob. Cit., p.85.
La tradición feminista en el Perú comienza a finales del XIX y inicios del siglo XX. Pero es en la década de los años setenta que aparecen organizaciones feministas que contaban con financiamientos extranjeros.
En sus inicios sacudieron a la sociedad limeña de su insensibilidad y de su discurso patriarcal, tradicional y conservador, constituyéndose en un grupo de vanguardia en razón de sus planteamientos y estrategias. Entre otras, me refiero a Flora Tristán y Manuela Ramos, que posteriormente orientaron su tra­bajo hacia los sectores populares femeninos, e incluyeron en su plataforma reivindicaciones ciudadanas y de representación política.
El trabajo de las organizaciones feministas respondió en bue­na parte a las exigencias de los cambios que también se operaban en la sociedad peruana. La incorporación creciente de la mujer al mercado del trabajo a partir de la década del sesenta transformó un ámbito predominantemente masculino: entre los años 1961 y 1981, la tasa de crecimiento de la Población Económicamente Activa Femenina alcanzó el 70% superando a los hombres [i]. Sin embargo, se trataba de un tra­bajo donde las mujeres eran "la mayoría solo en aquellos em­pleos de tiempo parcial, de bajo o ningún salario"[ii]. Cecilia LóPEZ Montaño. “La dimensión de género del capital social. Equidad de género: una decisión política. En: Socialismo y Participación No. 92, Lima, abril del 2002. Tampoco los índices de alfabetismo se redujeron en las zonas de extrema po­breza ni mejoraron las condiciones de salud para las mujeres que habitaban esas zonas.
El vigor de estas organizaciones de mujeres replanteó el progra­ma feminista en el Perú, hacia una importante línea de apoyo "a mujeres organizadas para la sobrevivencia en comedores comu­nales, comités del vaso de leche o comités de salud”[iii]. Maruja Barring. De vecinas a ciudadanas. Lima: Servicios Urbanos y Mujeres de Bajos Ingresos, 1988.
La organización de los comedores populares que surgió en el gobierno de Fernando Belaunde, en 1978, a partir de la creación de las "cocinas familiares", que posteriormente en 1985 se llamaron "comedores del pueblo" durante el gobierno de Alan García. Estos dos  casos, fueron promovidos desde el Esta­do como mecanismos compensatorios a la crisis económica. Mientras que los comités del vaso de leche fueron creados a iniciativa del gobierno municipal de Izquierda Unida entre 1984 y 1986. En ellos también las mujeres realizan actividades colectivas dedicadas al mejoramiento de las condi­ciones de vida y capacitación. Otra organización surgida en los últimos años son los wawawasi, casa de niños en quechua, donde las mujeres de barrios pobres atienden en su casa a los niños y niñas cuyas madres deben concurrir a sus trabajos, y que no tienen con quien dejarlos.
En efecto, "el fenómeno de los comedores populares constituye hoy un espacio privilegiado a partir del cual se pueden plantear y analizar los problemas más gravitantes del país: la crisis económica y su impacto en la alimentación popular; el desarrollo de organiza­ciones de base alrededor de estrategias de subsistencia así como la participación protagónica y organizada de las mujeres en di­chas estrategias[iv]. Este hecho significa también concurrir a asambleas, pertenecer a comisiones, y reci­bir capacitación, lo que ha dado Lugar a la aparición de lideresas mujeres que dirigen estos movimientos, y cuya fuerza política ha querido ser manipulada por más de un gobierno. La valentía de las mujeres organizadas alrededor de los come­dores populares y de los comités del vaso de leche quedó demos­trada durante los años del terrorismo de Sendero Luminoso. En su demencial análisis, Sendero consideró que estas organizacio­nes apoyaban de manera indirecta la viabilidad del gobierno, y por lo tanto eran "enemigas del pueblo". Trataron de controlarlas y, al no poder hacerlo, empezaron asesinar a sus dirigentas. "La primera víctima fue Doraliza Diaz, del Vaso de Leche en agosto de 1991. El 20 de diciembre del mismo año, intentaron asesinar a Enma Hilario, dirigenta de la Comisión Nacional de Comedores Populares que tuvo que asilarse en Costa Rica. En febrero de 1992, mataron a Maria Elena Moyano, y siguieron haciendo lo mismo durante los meses siguientes en otros lugares del pais"[v]. El terrorismo de Sendero Luminoso debilitó las organizaciones populares de mujeres hasta 1993, año en que se renovó la dirigencia de la Federación de Centrales de Comedores Popula­res, y se inició una lenta recuperación.
Como vemos, los roles de las mujeres han cambiado en el ámbito económico, social, familiar, y político, a pesar de lo cual la desigualdad existe. En este contexto, y después de varias décadas de investigación, es necesario considerar aspectos que anteriormente no eran del todo definitorios, y que guardan rela­ción con la ciudadanía y los derechos sociales y económicos, puesto que "el estatus de la mujer esta positivamente correlacio­nado con la productividad económica y con la armonía social"[vi].

Analizan situación de la mujer cajamarquina en Mesa de Mujeres Parlamentarias 

    ALGUNAS FOTOS DE MUJERES DE NUESTRA ACTUALIDAD



 BIBLIOGRAFIAS:
LIBROS:
Fuller, Norma (1993) "Dilemas de la femineidad" Fondo editorial de la pontificia Universidad Católica del Perú. Lima-Peru.
Ceulemans, M. y Fauconnier, G. "Imagen, papel y condición de la mujer en los medios de comunicación social" (París: UNESCO 1980). 
Juana Gallego Ayala, "Mujeres de Papel : de Hola! a Vogue: la prensa femenina en la actualidad", Primera edicion: junio1990.  Impreso u encuadernaacion: Tesys, S.A. Manso,17-19 -08015 Barcelona.


PAGINAS WEB:



sábado, 4 de septiembre de 2010

HITO Nº 4: LA MUJER EN LA REPUBLICA

En varias regiones se hallaron mujeres que gobernaban sus señoríos, costumbre que se mantuvo hasta el inicio de la República, con la diferencia de que durante el virreinato el mando efectivo lo desempeñaba el marido.1
Después de la proclamación de la Independencia el 28 de julio de 1821, en 1822 creó la primera carta política, esta se centra especialmente en la igualdad refiriéndose a la desigualdad entre el hombre y la mujer, por lo que posterior a esto se repite el concepto de la igualdad de todos los peruanos ante la ley, remarcándose desde la constitución de 1823 en adelante.
En el código civil de 1852 se menciona dentro de sus clasificaciones de las personas como varón o mujer. Las relaciones se llevaban a partir de la sumisión de la mujer ante el hombre, estas no tenían el poder de testificar ya que carecían de credibilidad, ni ser testigos en los registros civiles ni de testamento. Además sancionaba si la mujer realizaba algún tipo de transacción sin la autorización del esposo por escrito.
Durante el siglo XIX las más conocidas referencia que se tienen sobre la mujer es sobre la belleza, esto se ve reflejado en las tapadas limeñas existió un marcada diferencia plasmada en las actividades que realizaba según su jerarquía, raza o poder económico. Las mujeres de la elite tenía una imagen de inferioridad y controlada por el marido, mientras que en la clase popular era diferente porque contaban con autonomía para realizar actividades de diversión.
En lo que se refiere al trabajo, no es sencillo encontrar información sobre la participación de la mujer en actividades económicas ya que no se encontraban incluidas en gremios que hubieran dejado archivados para su posterior análisis. En 1858 se logra apreciar que las mujeres de clase popular se centran, en su mayoría, en trabajos de servicio personal como lavandería sirvientas cocineras, nanas, nodrizas o amas de leche, seguida de la artesanía y la venta de alimentos,  lo cual llega a  un 95% de mujeres con algún trabajo realizado. En esta época la superioridad masculina queda disminuida debido a que la mujer se convierte muchas veces en el sustento del hogar, contando con mas independencia que aquellas que dependían del marido.
La actitud de la mujer de clase popular podían quejarse que el marido no les daba nada debido a que eran ellas quienes trabajaban para mantener el hogar, mientras que las mujeres de prestigio social exigen a los maridos alimentos necesarios para vivir, cuando carecían de ellos, sobrevivían de lo que los familiares podían ofrecerle.

La mujer en la República es vista inicialmente por Carmen Meza, en sus derechos constitucionales, y Jesús Cosamalón, quien abunda sobre la división de trabajo que imperó en el género durante el siglo XIX.
Enseguida Carlos Neuhaus monta una galería de mujeres, notables ya por observar los paradigmas del género o insurgir contra él. Figuran por ejemplo la discreta Francisca de Castilla, y en el otro extremo, Francisca Zubiaga de Gamarra, la Mariscala. En su ensayo sobre la cultura de la época, Luis Miguel Glave también biografía a algunas mujeres extraordinarias pero en el campo de las letras. Destacan los retratos de Juana Manuela Gorriti, Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonera. Margarita Zegarra, por su parte, recoge temas sociales, económicos y religiosos e indaga en símbolos e instituciones en su panorámico texto sobre roles femeninos. Patricia Oliart pone fin a la compilación La mujer en la Historia del Perú con una investigación sobre la religiosidad femenina donde postula que en la República la importancia social que poseía antaño para las mujeres el protagonismo en los ritos cede su lugar tanto a la instrucción del culto en casa como al patrocinio de obras de caridad. 2
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1 CASTILLA, N.A. Mujer, sociedad y crisis en el Perú. In: INTERCAMPUS. Población: presente y futuro del Perú. Lima: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, 1991. cap.1, p.23-92.
2 MARIATEGUI, J.C. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. 46.ed. Lima: Amauta, 1984. 352p.

VIDEO :
Fuente: Programa Sucedio en el Peru SOBRE DATOS DE FRANCISCA ZUBIAGA DE GAMARRA " LA  MARISCALA"

 
ALGUNAS FOTOGRAFIAS DE LA EPOCA


BIBLIOGRAFIAS:

LIBROS:
CASTILLA, N.A. Mujer, sociedad y crisis en el Perú. In: INTERCAMPUS. Población: presente y futuro del Perú. Lima: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, 1991. cap.1, p.23-92.

MARIATEGUI, J.C. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. 46.ed. Lima: Amauta, 1984. 352p.

VILLAVICENCIO, M. Breve historia de las vertientes del movimiento de mujeres en el Perú. Lima: Centro de la Mujer Peruana FloraTristán, 1990. 45p.

viernes, 3 de septiembre de 2010

HITO Nº3: LA MUJER EN LA INDEPENDENCIA


Un ejemplo del rol que implantaron las mujeres en la independencia es Micaela Bastidas, esposa de José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru). Micaela fue proclamada una de las principales próceres de la independencia del Perú, tal como lo cita el historiador Vega[i]:
“Micaela Bastidas Puyucagua fue una extraordinaria colaboradora de José Gabriel Túpac Amaru.  Administró la retaguardia y fue la encargada de aprovisionar a los huestes rebeldes, tarea difícil a causa del desorden que existía en todas las líneas de producción.”
En esta cita, el historiador Juan José Vega hace referencia a Micaela como una fiel seguidora de Túpac Amaru, y da a entender que Micaela fue una mujer de carácter fuerte, con una personalidad muy marcada y con mucho coraje. En sí la describe como una mujer fiel a los ideales que seguía y dispuesta a luchar por el fin de la causa libertadora.
Otro ejemplo de este coraje lo cita Vega también[ii]:
“(…) se sabe que cierta vez condujo a cinco mil hombres a Livitaca (II, 259). El ímpetu de esta mujer jamás decayó; habría de morir con notable dignidad, marchando al sacrificio al lado del héroe, de uno de sus hijos y de varios líderes.”
Vega resalta en esta cita además, que su actitud hacia la causa lo demostró más allá de ser la mujer  y compañera de Túpac Amaru, estando con todos los seguidores del líder y con sus hijos hasta el último momento de la lucha por la causa.
Otro de los hechos  relacionados al desempeño y evolución de la mujer durante la Independencia refiere a la llamada “Libertad de los vientres”.  Este principio jurídico que implantó José San Martín, estableció la libertad de los vientres para aquellos que fuesen nacidos tras la declaración de la independencia en 1821. Sin embargo, no indicaba que el nacido fuera libre sino hasta la edad de 18 años, edad en la cual sus amos determinarían las condiciones de su libertad. No fue sino hasta  1854 cuando gracias al Decreto de Huancayo que restauró el Mariscal Ramón Castilla, se dicta los sgt[iii] :

             “Que la Revolución de 1854 tiene por uno de sus objetivos principales reconocer y garantizar los derechos de la humanidad oprimida, explotada y encarnecida con el tributo del indio y con la esclavitud del negro”

Como menciona el editor Antonio Quispe Rivadeneyra, este decreto buscó principalmente reconocer los derechos del indio y del negro, que hasta la fecha estaban oprimidos por los regímenes de la sociedad.

Lo que contenía este decreto era lo siguiente[iv]:

            “Los varones y las mujeres tenidas hasta ahora en el Perú por esclavos o por siervos libertos, sean que su condición provenga de haber sido enajenados como tales o de haber nacido de vientres esclavos, sea que de cualquier modo se hallen sujetos a servidumbre perpetua o temporal; todos, sin distinción de edad, son desde hoy para siempre enteramente libres.”

Este decreto como lo menciona el editor, nos dice que los hijos  que sean de las mujeres y hombres esclavos  serán a partir de esa fecha libres e independientes. Con ello se reinvindica el derecho del recién nacido y con él el maltrato psicológico al cual era sometido su madre, al saber a su hijo esclavo desde el vientre. Todo esto da una clara idea del cambio en la aceptación de la mujer en la sociedad y la evolución de sus derechos en la independencia.

Resumiendo los episodios vistos,  solo se podría concluir citando lo siguiente:

“Por último, cabe agregar a estas heroínas, una infinidad de mujeres  que fueron a la guerra siguiendo a sus maridos. Los documentos coloniales están repletos de referencia al abnegado sacrificio que mostraron, a través de punas y nevados, y del valor que desplegaban en los combates, asistiendo a sus esposos, padres, hermanos y hasta hijos.”
“(…) No se habría visto igual obstinación y desesperada defensa como la que vio en esas indias… se veían  con el fusil al pecho y no solamente no pedían perdón, pero no cesaban de tirar piedras y llenar de injurias a la tropa”


[i]  Cfr. VEGA  1969 -105
[ii] Cfr. VEGA  1969 - 106
[iii] Cfr. Página del ensayista
[iv] Cfr. Página del ensayista

Un estracto del programa SUCEDIO EN EL PERU sobre Micaela Bastidas:


ALGUNAS FOTOS DE LA EPOCA


BIBLIOGRAFIAS:

LIBROS:
VILLAVICENCIO, M. Breve historia de las vertientes del movimiento de mujeres en el Perú. Lima: Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, 1990. 45p.
SILVA, E. Situación laboral, legal y política de la mujer peruana. /Presentado al VII Congreso Nacional de Enfermería, Lima, 1984/ mimeografiado.
ALEJANDRA B. OSORIO, Hechicerías y curanderías en la Lima del siglo XVII. Formas femeninas de control y acción social. State University of New York en Stony Brook Departamento de Historia, (pp. 59-75)
Klarén, Peter F. (2004). Nación y Sociedad en La Historia del Perú. IEP Instituto de Estudios Peruanos


PAGINAS WEB:

Tardieu, Jean- Pierre (1854). El Decreto de Huancayo. Fondo Editorial del Congreso del Perú.
Vega, Juan José (1969). Túpac Amaru. Editorial Universo S.A.

Antonio Quispe Rivadeneyra (2010) Ensayistas (consulta 28 de Noviembre del 2010)
(http://www.ensayistas.org/antologia/XIXE/castelar/esclavitud/peru.htm)
http://www.scielo.br/pdf/rlae/v5n2/v5n2a04.pdf
http://www.chirapaq.org.pe/es/files/qellqay/2007-007.pdf

miércoles, 1 de septiembre de 2010

HITO Nº1: LA MUJER EN EL INCANATO

La mujer del Incanato era explotada en todos los ámbitos. Era ubicada dentro del clan familiar a través de su trabajo doméstico, sirviendo a los miembros del grupo, participando además, en las faenas agrícolas con el marido y como mano de obra especializada en las “fábricas de telas” que, además eran conventos para mujeres destinadas al Inca y sus allegados.1
De esto, podría deducirse que existían situaciones de discriminación, explotación y subordinación de la mujer por la división sexual del trabajo. Se le observaba participando como ama de casa y realizando, de preferencia, tareas de proyección doméstica, como lo son: el hilado, el tejido, etc. En estas tareas no participaba de ninguna manera el varón, quien tenía aspiraciones sociales muy diferentes a las de la mujer.2


Sin embargo, a pesar de la no explotación de la imagen de la mujer incaica, se observa la  existencia de divinidades femeninas como:  la Pachamama (Diosa de la Tierra); y la Diosa Luna, quienes eran imagenes veneradas por hombres y mujeres. Así, como también resalto la presencia de Curacas (mujeres gobernantes), en ciertas regiones cuya autoridad prevalecía sobre los habitantes de las comunidades.3

Se encuentran muchas versiones respecto al protagonismo de la mujer durante el periodo incaico,  todo recogido de crónicas escritas por los propios colonizadores, por lo que se nota una clara influencia europea en las perspectivas sobre ello, pero también hay escritores que tratan de tomar estos escritos desde una perspectiva más liberal lo que nos lleva a pensar que el rol femenino no fue necesariamente lo que conocemos por los libros de historia usuales usados durante el periodo colegial.
Para comenzar tenemos la leyenda de los hermanos ayar, de esta se cuenta que salieron cuatro hermanos con cuatro mujeres Ayar Manco y Mama Ocllo; Ayar Kachi y Mama Huaco; Ayar Auka y Mama Kora; Ayar Uchu y Mama Rawapara al percatarce del poder de Ayar Kachi y decidieron deshacerse de él, este en vez de vengarse se aparecía ante sus hermanos como intercesor entre ellos y los dioses. Gracias a esto, los hermanos crearon pueblos, labor en la que se destaca, la mujer de Ayar Kaachi.
Si bien esta es la versión más difundida se cree que Manco Capac tuvo dos compañeras Mama Ocllo y Mama Huaco, ambos de roles muy diferentes. Mama Ocllo representaba a la mujer subordinada y sumisa, mientras que Mama Huaco algo totalmente opuesto, se le consideraba una  guerrera libre y osada.
La versión más conocida se refiere a que Manco Capac portaba una vara de oro que al arrojarla y hundirse indicaría la tierra escogida para asentarse, sin embargo se menciona a  Mama Huaco como encargada de esta tarea, representando la imagen femenina, capitana de su propio ejército, como líder de uno de los cuatro jefes que tomaron el futuro Cusco. Se cree que para ganar un espacio en Acamama, Mama Huaco, capturó a un gualla y lo mató sin piedad haciendo que el resto de guallas abandonaran la plaza y permitieran, a Manco Capac y su gente, ocupar el Cusco.
Según algunos historiadores, en el imperio incaico, la mujer siempre desempeñó la minoría, en donde se aprecia la desigualdad entre el hombre y la mujer. Esto se aprecia desde el nacimiento, ya que se cuenta que si el recién nacido era varón le correspondía un topo de tierra, mientras que si era mujer solo le correspondía la mitad. La mujer tenía la obligación de estar al servicio de su esposo y su voluntad, encargada de las labores domesticas.
Si bien la versión sobre la subordinación de la mujer ante el varón es conservadora y apoyada en la mayor parte de histografía del Perú incaico, se tienen fuentes que cuando el varón se ausentaba era la mujer quien se encargaba de las tareas políticas, ya que se cree que existieron curacas mujeres en la costa norte, esto debido a la no existencia de herederos masculinos, algo que no es posible demostrar hasta el momento aunque existen indicios de su participación activa en funciones políticas.
A pesar de lo que se encuentra en la histografía  sobre que el poder político recaía en los incas, en la sociedad incaica la mujer de elite tuvo una mayor vinculación al poder, esto se muestra en la participación de las coyas.
La asociación de la mujer con la Luna, hacían entrever la dualidad con el Inca y el Sol, lo que hace comprender el aislamiento de ambos con la tierra, debido a su comprensión como seres sagrados.
La Coya era la reina, la principal esposa, la hija del Sol, la esposa de todo el imperio del Tahuantinsuyo, considerada así después del matrimonio con el Inca, proveniente de la elite cusqueña, elegida en un complejo proceso de sucesión,  en la que solo ganaba quien era la mejor y se convertía en Coya el mismo día que el Inca tomaba el poder. Esta se asocia con los rituales agrarios y la fuerza de trabajo en el área textil. Ya que si bien en el ámbito del poder se vinculaba con la presencia masculina, la mujer actuaba como un elemento opuesto pero complementario.
Se tiene información del Inca y sus coyas a través de pinturas y aunque no hay seguridad de sus nombres, debido a la cantidad de coyas que tenía cada soberano, se cree que la primera coya fue Mama Huaco.
Si bien la mujer era considerada un ser sagrado, su participación también se relacionaba con el manejo del poder por su protagonismo en los ritos y de forma indirecta en las decisiones políticas, como se ejemplifica cuando Huayna Capac retarda el traslado a Quito por la intervención de la Coya y la intercesión de Mama Ocllo para detener los castigos contra la gente de Yanayaco. Si bien no tomaba las decisiones directamente, ejercía un poder de disuasión por su obvia cercanía al Inca.
Además, la mujer formaba parte importante en la redistribución  a través de la elaboración de la ropa y del cuidado de las alianzas con los demás grupos a partir de la organización de rituales  que estabilizaba las relaciones sociales.
Otras mujeres asociadas al inca fueron las “vírgenes del sol” o acllas seleccionadas a través de convocatorias anuales  por propia voluntad, tenían cerca de 10 años, usualmente hijas de los curacas, a las que se les recluía en los acllahuasis después de su elección, tenían labores religiosas, prestaban servicio  al inca y a la elite cusqueña. Aquellas dedicadas a venerar al sol debían permanecer vírgenes, las cuales solo podrían mantener relaciones sexuales con el Inca por considerarse un actividad religiosa.
Estas eran cuidadas por las mamaconas, sacerdotisas que veneraban al sol, se dedicaban a la educación de las acllas.
Solo había sacrificios humanos por acontecimientos importantes como peligro o muerte del Inca. Se cree que al fallecimiento de un inca sacrificaban a las mujeres  para que le sirvieran en la otra vida, incluso se cuenta que un curaca ofreció a su hija de diez años como víctima para congraciarse con el inca, la cual fue enterrada viva en una tumba subterránea. La confirmación de tales sacrificios se vio al encontrar tumbas de mujeres  jóvenes momificadas sin cabeza. También se sabe que en las ceremonias en las que echaban fuera las enfermedades y los males se sacrificaba a alguna de las hijas o hermanas del Inca, algo que se cree sucedió con la conocida “momia Juanita” que equivocadamente se cree fue momificada cuando en realidad estuvo congelada debido a la altura.
Los casamientos variaban dependiendo de la jerarquía que poseían. Los nobles y señores poseían numerosas mujeres y concubinas, llamadas mujeres de servicio, mientras que en las clases populares solo poseían a una mujer y cuando enviudaban  pasaba un tiempo prudente hasta que le concediesen el permiso para unirse en matrimonio a otra, ellos también se complementaban en el campo y la casa. Se detectaron actividades netamente de mujeres, es decir, se veía a los esposos arando la tierra mientras que las mujeres se agachaban para depositar las semillas o tubérculos en la tierra. Se cree que el 60% de las tareas en el campo eran exclusivas de las campesinas.
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1 LUMBRERAS, L.G. El Perú pre-hispánico. In: LUMBRERAS, L.G. et al. Nueva historia general del  Perú. Lima: Mosca Azúl, (s.d.) 263p.
2 VILLAVICENCIO, M. Breve historia de las vertientes del movimiento de mujeres en el Perú. Lima: Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, 1990. 45p.
3 SILVA, E. Situación laboral, legal y política de la mujer peruana. /Presentado al VII Congreso Nacional de Enfermería, Lima, 1984/ mimeografiado.

VIDEO:
FUENTE: Programa Sucedio en el Perú, en el cual nos relata las labores que realizaba la mujer en el IMPERIO INCAICO.



ALGUNAS IMAGENES


BIBLIOGRAFIAS:

LIBROS:


LUMBRERAS, L.G. El Perú pre-hispánico. In: LUMBRERAS, L.G. et al. Nueva historia general del Perú. Lima: Mosca Azúl, (s.d.) 263p.

VILLAVICENCIO, M. Breve historia de las vertientes del movimiento de mujeres en el Perú. Lima: Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, 1990. 45p.

SILVA, E. Situación laboral, legal y política de la mujer peruana. /Presentado al VII Congreso Nacional de Enfermería, Lima, 1984/ mimeografiado.

MEZA, Carmen y HAMPE, Teodoro (comps.) (2007) La Mujer en la historia del Perú (siglos XV al XX).  1 ª . ed. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú
HERNANDEZ, Francisco (2002) La Mujer en el Tahuantinsuyo. 1 ª . ed. Lima: Fondo Editorial del Pontificia Universidad Católica del Perú

PAGINAS WEB:

http://www.youtube.com/watch?v=d2cGFRbAftk.
http://www.foroswebgratis.com/tema-la_mujer_a_traves_de_la_historia_peruana-35635-212663.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/La_mujer_en_la_sociedad_incaica